domingo, 15 de noviembre de 2009

DESOJANDO MARGARITAS


Llevaban más de 10 minutos sin dirigirse la palabra. Ese silencio compartido y cómplice que en el pasado habitaban tan cómodos parecía de nuevo una herida insoportable. La ruptura ya había sido consumada por él, como tantas veces y sin embargo permanecían allí presas de una fuerza, la costumbre tal vez, que les impedía volver a cruzar el umbral del desamor. Entonces él sonrió con dulzura, como siempre y ella lo vio transformarse en un niño, un perverso Niño-Hombre que durante años la destrozó con la misma inocente crueldad con que se desojan margaritas repitiendo rítmicamente: la quiero… Ya no la quiero… La quiero… Ya no la quiero…

lunes, 9 de noviembre de 2009

DESPEDIDA


Sentados en el sillón, ella lo ve hacer sus maletas, empacar sus sueños mientras la abraza y en silencio toman otro sorbo de café. Con su mano, que la acaricia suavemente, él va borrando meticulosamente los trazos de aquella historia. Lo siente alejarse, salir de puntillas como para no despertarla: "yo estaré siempre ahí” susurra como paradojica despedida y el territorio que habitaron desaparece y ella se queda en aquel punto a la deriva o inmóvil ¿Cómo saberlo ya? abrazando aquella ausencia, en tanto que él termina su café y su rostro se ilumina con una devastadora sonrisa de alivio.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

CARTA A LARRAONDO

Larraondo,

Parásito pestilente, aquel día le cedí también los círculos del paraíso. Denso el espacio, petrificado poco a poco con cada una de sus palabras... Casí me asfixia ¿Recuerda? ¿Cómo explicarle qué nunca estuve allí realmente, qué yo entraba en el recuerdo cruzando el umbral, para detener el instante y vivirlo intensamente una y otra vez, que caminaba con esa mezcla de euforia del momento y nostalgía en la memoria.

No Larraondo, yo nunca estuve completamente allí en donde estuve... ¿Pero comprendieron sus ojos de perro servil hacia donde apuntaba mi mirada?